El grupo de viajeros se dirigía a la Atalaya de Odin, después de una jornada pudieron ver la Atalaya, por todo Tornafort se erigieron una cadena de Atalayas para asegurar que los posibles enemigos del reino fueran avistados ante un gran ataque. Las guarniciones que habitaban cada una de ellas eran hombres especializados, aunque con el tiempo y ante la desidia de la época de paz cayeron en una leve dejadez.
Las atalayas estaban formadas por un torreón que solía estar en la parte más alta de la pequeña fortaleza, una edificación media con un amplio salón comedor, la estancia del capitán asignado y debajo estaban las caballerizas junto a las estancias de la tropa. La entrada principal protegida por una pequeña torre donde se resguardaban los centinelas.
Lord Bully y toda la compañía llegaron a las puertas.
Centinela
¡Alto!
¿Quien vive?
Lord
Bully
¡Abrid
las puertas al embajador del reino de kindness en este reino!
Centinela:
¿Podéis
acreditar tal asignación?
Ante
la situación y viendo que estaba atardeciendo, el cansancio del viaje hizo acto
de presencia.
Fray
Angelo:
¿Quien
hace tantas preguntas?
Centinela:
¡Soy
Martelo!
Fray
Angelo:
¿Sábes quien soy Martelo?
Centinela:
¡Pues
claro! ¡Sois Fray Angelo!
Fray
Angelo:
¡Pues
abrir la puerta! ¡No tenemos todo el día!
Se hizo un silencio, de pronto chirriaron las puertas y ante los ojos de los viajeros se abrió una cálida estancia.
Lord
Bully esperaba una guarnición superior a la que encontró, pronto pregunto:
Lord
Bully:
¿Cuantos
hombres sois?
Centinela:
Antes
éramos una quincena, pero ahora somos seis más el cocinero, os presentaré ante
el capitán.
Llevaron los caballos a las cuadras, Lord bully, Fray
Angelo y Fray Luis se presentaron ante el capitán.
El viejo General y los dos guardias de la embajada se preocuparon de inspeccionar toda la Atalaya, había que asegurados ante un posible ataque, la situación lo requería.
El capitán Marco ya había oído llegar a los invitados,
estaba adecentado en medio del gran salón, el centinela abrió la puerta e hizo
pasar a la compañía.
Capitán Marcos:
¡Ser bienvenidos! ¡Como bien he oído sois el embajador de
Kidness en el reino! ¡Es un honor para nosotros que hagáis un alto en nuestras
estancia! ¡Aquí podréis descansar ante el calor de un buen fuego y un plato
caliente! No tenemos grandes lujos, pero lo que tenemos esta a vuestra
disposición.
Lord Bully:
Agradecemos vuestra generosidad capitán y cuando
regresemos a Umile daré parte de vuestra profesionalidad y hospitalidad.
Capitán Marcos:
¿Cual es el motivo de vuestro viaje?
Lord Bully:
Estamos conociendo el reino, nos dirigimos a Saggio,
Forte y Credente, queremos conocer bien a fondo cada una de las provincias.
Capitán Marcos:
¿Porque no os habéis dirigido a la confortable posada de
cien muertos?
Lord Bully:
Nos pareció una buena idea ver una de las pequeñas
fortificaciones costeras del reino.
Capitán Marcos:
¡Podéis descansar pues!
El capitán hizo cara de quedar satisfecho con las
explicaciones que había obtenido, pero internamente dudo de cada una de las
palabras del embajador, supo desde el primer momento que estaban escondiendo
algo.
Llegó la noche y se
sentaron a la mesa, la comida era humilde, unas sopas de pan, y algo de carne con algunas verduras.
Mientras cenaban los
ojos de un personaje no paraba de observarlos en la oscuridad.
Cuando todos los
alimentos fueron servidos el cocinero aviso que se ausentaria unos momentos,
sirvió más cerveza en la mesa y se retiró.
¡El cocinero era una hombre rudo! Entró con cuidado
dentro de la estancia de Lord Bully y cerró la puerta con cuidado.
Después de la cena todos durmieron plácidamente, descansando como hacia días que no lo hacían.
A altas hora de la madrugada el cocinero se asomó a una
de las ventanas de cocina y lanzó una paloma mensajera. ¿Cual sería su destino?
A la mañana siguiente antes de partir, el capitán Marcos se dirigió a Lord Bully:
Capitán Marcos:
¡Señor!, ¡Espero que tengáis un buen viaje! Si por casualidad necesitáis de mi o de mis hombres, ¡Solo teneis que decirlo! ¡No se cual es vuestra misión! ¡Y creo que no soy quien para preguntar!
Lord Bully:
¡Gracias Capitán! ¡Es
mejor que no sepa más! ¡Muchas gracias por todo! ¡Tampoco le diré que dirección
tomaremos! ¡Si no lo sabe no podrá meterse en problemas!
Capitán Marcos:
¡Tengan buen viaje!
La compañía inicio su marcha, no miraron atrás, no mencionaron palabra,
solo cuando quedaron fuera del alcance de los ojos de los centinelas hicieron
la pregunta que todos esperaban.
Fray Luis rompió el silencio, ¿Que dirección tomaremos?
Lord Bully:
Iremos en dirección a la posada de cien muertos, desde
allí tomaremos una dirección para llegar a Saggio.
Continuará ...